Transversalidad del Compliance: más allá del cumplimiento normativo
La gestión de riesgos, la ética empresarial y la responsabilidad social corporativa constituyen tres pilares fundamentales que han cobrado notoriedad en el escenario corporativo contemporáneo. Entre estos elementos se destaca el compliance, un término que, a pesar de su usual asociación exclusiva con el apego a las regulaciones, abarca un espectro de responsabilidades y acciones mucho más extenso. Esta publicación pretende explorar y subrayar la naturaleza transversal del compliance, desmitificando la idea de que se limita únicamente a cumplir con las normativas vigentes.
El compliance en su carácter transversal:
En su concepción más amplia, el compliance se refiere a la función interna de una organización que tiene como propósito asegurar el cumplimiento de las leyes, regulaciones, normas y estándares éticos pertinentes, tanto de carácter interno como externo. Sin embargo, su alcance se extiende mucho más allá de la mera obediencia a normas y leyes, convirtiéndose en una filosofía corporativa integral que permea todos los niveles de la organización.
El compliance funciona como un mecanismo que facilita el cumplimiento de los objetivos estratégicos de la empresa, a la vez que protege su reputación y reduce el riesgo de sanciones legales y daños a su imagen. Esta función se encuentra íntimamente ligada a la ética empresarial, puesto que promueve prácticas transparentes y equitativas que generan confianza entre los stakeholders o partes interesadas.
Además, el compliance juega un papel clave en la responsabilidad social corporativa, ya que garantiza el respeto y cumplimiento de las normativas y estándares sociales y medioambientales. De esta manera, las empresas que incorporan el compliance en su estrategia corporativa se posicionan mejor frente a los retos y oportunidades que plantea el desarrollo sostenible.
En este sentido, el compliance no sólo garantiza la observancia de la ley, sino que, al integrarse en la cultura corporativa, promueve una gestión más responsable y ética, fortalece las relaciones con los stakeholders.
La transversalidad del compliance se sustenta en tres pilares esenciales:
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- Integración completa en la estrategia empresarial: Un enfoque de compliance efectivo va más allá de ser un mero apéndice en las prácticas de negocio, requiriendo una integración completa y estratégica en todos los niveles de la organización. Este enfoque integral significa que desde la alta dirección hasta los empleados, pasando por proveedores y colaboradores, todos deben estar involucrados y comprometidos. La integración del compliance en la cultura organizativa, promueve un ambiente de cumplimiento normativo y responsabilidad, que permea cada aspecto de la empresa, generando así un sólido sistema de gobernanza corporativa.
- Enfoque en ética y responsabilidad social: El compliance, entendido de forma transversal, trasciende el simple cumplimiento normativo, integrando aspectos como la ética empresarial y la responsabilidad social corporativa. Este enfoque implica que las organizaciones deben desarrollar y aplicar políticas y prácticas que fomenten la integridad, transparencia y respeto hacia el entorno, los empleados, clientes y sociedad en su conjunto. Al adoptar estas políticas, las empresas no solo aseguran el cumplimiento de la legislación, sino que también construyen confianza, generan valor sostenible y fortalecen su reputación entre los stakeholders.
- Gestión proactiva de riesgos: La transversalidad del compliance también se manifiesta en la gestión de riesgos, englobando la identificación, evaluación y mitigación de posibles peligros en todas las áreas de la empresa. Este enfoque requiere una gestión de riesgos proactiva, con acciones orientadas a prevenir potenciales incumplimientos o minimizar su impacto. Esto abarca la implementación de políticas, procedimientos y controles internos efectivos, así como programas de formación y concientización para los empleados, destacando la importancia del cumplimiento normativo.
A estos pilares se les puede añadir un cuarto elemento clave: la monitorización y revisión continua. Un sistema de compliance eficaz necesita una revisión y actualización constante para adaptarse a los cambios legales, regulatorios y del mercado. Este componente incluye auditorías internas y externas, autoevaluaciones y análisis de cumplimiento, entre otros, asegurando que la empresa esté siempre un paso por delante en cuanto a sus obligaciones y responsabilidades.
La transversalidad del compliance se manifiesta en diversos aspectos:
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- Compliance y sostenibilidad: Una demostración palpable de cómo el compliance trasciende el mero cumplimiento normativo se halla en el ámbito de la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa. Hoy en día, las empresas están incorporando prácticas sostenibles en su operativa, no solo por exigencias legales, sino también para atender las demandas de sus stakeholders y potenciar su imagen en el mercado. En este contexto, el compliance actúa como un guardián, asegurando que las empresas operen de forma responsable y sostenible, tomando en cuenta aspectos críticos como la gestión eficiente de recursos naturales y la reducción de emisiones contaminantes.
- Enfoque multidisciplinario de Compliance: El compliance adopta un enfoque multidisciplinario, involucrando a diversos departamentos de una organización como finanzas, recursos humanos, operaciones, tecnología y marketing. Esta transversalidad es producto de su orientación, que no solo se enfoca en el cumplimiento de leyes y regulaciones, sino también en la gestión de riesgos y la promoción de ética y responsabilidad en todas las actividades corporativas.
- Papel crucial de la cultura corporativa en el compliance: El compliance trasciende la mera conformidad normativa, alentando una cultura corporativa que promueva la integridad, transparencia y responsabilidad. Esta cultura debe ser inculcada a todos los niveles de la organización, desde la dirección hasta los empleados base. Para ello, son esenciales la formación continua y la comunicación efectiva sobre las políticas y procedimientos de compliance, asegurando que todos los miembros de la organización entiendan su importancia y se sientan comprometidos con su implementación.
- Gestión de riesgos y prevención de conflictos de interés: Un componente clave del compliance es la identificación y gestión de riesgos, los cuales no solo son regulatorios sino también financieros, operativos, tecnológicos y reputacionales. La prevención de conflictos de interés juega un papel importante en la gestión de riesgos, dado que estos pueden amenazar la integridad y transparencia de las operaciones corporativas. Las empresas deben instaurar mecanismos efectivos para identificar, prevenir y gestionar posibles conflictos de interés, lo cual es crítico para garantizar un enfoque de compliance holístico y robusto.
- Cumplimiento de normativas internacionales y responsabilidad social: El compliance no se circunscribe a las regulaciones locales, sino que abarca también regulaciones internacionales y estándares globales. Las empresas deben cumplir con leyes y regulaciones de diferentes jurisdicciones, especialmente si tienen presencia en varios países. Adicionalmente, el compliance implica la promoción de la responsabilidad social y sostenibilidad, ya que estas prácticas pueden potenciar la reputación de la empresa, consolidar su posición en el mercado y generar valor a largo plazo.
En conclusión, el compliance adopta un enfoque transversal que permea múltiples áreas de la organización, más allá del simple cumplimiento normativo. Las empresas deben adoptar una perspectiva holística, promoviendo una cultura de integridad y responsabilidad, gestionando riesgos, previniendo conflictos de interés y fomentando la responsabilidad social. Al hacerlo, el compliance no solo asegura la conformidad legal de la empresa, sino que también la ayuda a construir una marca sólida y a crear valor sostenible.